jueves, octubre 12, 2017

Y al mismo tiempo lo dice todo.


El sonido del agua corriendo en la oscuridad de la noche.
Tranquilas piletas de agua cálida, nacida en el vientre de nuestra tierra, humea plácidamente.
Un sentido alterado, que son todos a la vez.

Una techo bajo, tupido, acogedor, mágico, frágil, perpetuo y oscuro de vegetación me abraza.
La luna, plena y sólida amanece dentro mío. Tauro. Placer. Cuerpo y tierra. Alma y carne.
En un momento que estará conmigo en próximas vidas (tal vez de allí también venga ahora mismo) se adormece en el tiempo.
¿Es ahora? ¿Es siempre?

Lo más fantástico de todo es quién me trajo hasta acá. O mejor: qué me trajo.
Una palabra que es más que eso. Bueno, como casi todas.
Pero ésta es diferente. Está cerca y lejos. Se dice pero no se dice.
Es un manantial del cual muy pocos se atreven a tomar.
Gracias a un ángel, o tal vez dos que son a la vez tres (eso lo leí en algún lado...), tuve el coraje de bajarme del caballo, y humedecer la gorra.
Verdad. Sólo eso.

La verdad me trajo hasta acá. Hace pocos años que no me miento. O por lo menos lo intento fuerte.
No se puede escribir un libro, no se puede recomendar, no se puede...
Al igual que el zen. O la lluvia. No se puede explicar.
Como una escalera, pequeña, pero clavada en las entrañas mismas de toda vida.
Gratitud, Amor, Verdad.

miércoles, enero 27, 2016

Codex


Siempre hay mensajes.

O por lo menos es lo que creo.
Hay momentos en donde cada detalle parece decirnos algo. Cómo pasa la luz del sol entre dos hojas de un árbol, la única frase inteligible de una conversación de otros pasajeros en el tren, una mirada a través del cristal.
Lo curioso es que a veces lo que se nos quiere decir no salta a la vista. O por lo menos no en su parte más literal.
Dice Hofstadter en su fantástico "Eterno y Grácil Bucle" que una botella con una papel adentro ya es un mensaje, aún sin saber lo que contiene. En el manuscrito habrá detalles sobre coordenadas y fechas, pero sólo es necesario ver la botella para saber que hay un náufrago en algún lugar.

Esto me hace pensar: ¿Y si los mensajes que creo detectar no son más que la botella? ¿Y si en verdad lo que se nos quiere contar está dentro, oculto de alguna manera?
En cierto punto me parece fantástica la idea de tener que merecer la información, merced de un esfuerzo del entendimiento.
Es decir: ahora los mensajes detectados originalmente serán simplemente portadores de otros mensajes, más específicos, más profundos y personales.
El lector que reconoce la inocua complejidad de esto que va escrito, sospechará que la mención a la recursividad es inevitable.
Mensajes dentro de mensajes dentro de mensajes. Pero creo que ése es otro tema.

¿Cuál es el significado real de las acciones universales?
En realidad, para hacer una pregunta menos pretenciosa: ¿qué sistema de encriptación utilizará el universo?

De hecho, sería esa una gran llave.
En un análisis más bien de sala de espera, puedo apresurar que "si como es adentro es afuera, y como es arriba es abajo, ¿tendrá Dios la gentileza de usar los mismo algoritmos que usamos nosotros?"

Se me antoja un ejercicio, supongamos un método de encriptación básico.

"Qu13r0 d3c1rl3 4lg0 muy 1mp0rt4nt3"

Lo que claramente vemos es un reemplazo de algunas vocales por números, cuya morfología nos permite gentilmente suponer cuáles fueron las letras suplantadas.

Pero esto no sirve.
¿Y por qué no sirve? grita uno desde el fondo, con ganas de empezar a tirar vegetales en mal estado.
Porque el mensaje original, el mensaje portador, carece de sentido en una situación aislada.
No existe la palabra "Qu13r0", por lo tanto esa combinación de letras no puede ser otra cosa que un mensaje encriptado, con lo cual quien la lea ya estará tratando de ver mas allá. Por lo tanto no hay dos niveles de mensaje, sino solo uno: el encriptado.

Entonces ¿qué requiere una codificación para ser digna de ser usada por el universo?
En mi humildísimo punto de vista, lo que requiere es que no se note que hay algo más.
Por ejemplo:

"Quiero decirle que algo estará pasando muy pronto. No es importante."

Más allá de las sospechas que nos pueda suscitar qué cosa es el "algo" que se quiere contar, no hay mucho más que investigar en esta frase, y sobre todo si no es importante!
Ahora, qué ocurre si me cuentan que hay algo más. Si me aseguran, o me dan a entender mediante alguna seña que ese mensaje contiene algún otro mensaje dentro.
Que por ejemplo hay algún patrón para seleccionar ciertas palabras y desechar otras.

Vamos a suponer que nos importa mucho el espacio que hay entre las palabras del mensaje citado.
El método será:

  • Tomo una palabra, y desecho cero palabras.
  • Tomo la siguiente, y desecho una palabra.
  • Tomo la siguiente, y desecho dos palabras.
  • Tomo la siguiente, y desecho tres palabras, y así.


Lo que obtendremos será algo como:

"Quiero decirle que algo estará pasando muy pronto. No es importante."

y pasado en limpio:

"Quiero decirle algo muy importante."

Es efectivamente el mismo mensaje que en el primer ejemplo, pero esta vez no estaba a la vista, nadie lo buscaría.
Ese es el truco, que no parezca. Entonces sólo oirá quiera merezca oír.
Ahora bien, otro misterio se genera: podemos tener mil llaves pero ¿dónde están la cerraduras?
Ahí es donde volvemos al principio, en cada detalle puede estar el mensaje que contiene el mensaje.
Una sombra proyectada, el slogan de un producto cualquiera en un comercial de televisión, letras sueltas garabateadas en un anotador, una secuencia de ceros y unos en un celular, una canción que empezó en el momento justo, una flor en un lugar donde no debiera estar, un dibujo en la pared, una voz interior.

Busquemos, tal vez no haya nada.
Tal vez los mensajes tampoco sean tan importantes.
Siempre es mejor atesorar una búsqueda que una meta.
Eso nos mantiene vivos.

J040

miércoles, enero 06, 2016

Todavía no es un poema

Ya tenemos todo.
Por un segundo el camino del Buda cobra total sentido: La manera de  acabar con el sufrimiento es no deseando.
Inmediatamente todos mis fractales humanos mostrarán su descontento con esta conclusión:

-"No desear es de pelandrunes!"

Lo gritarán indignados. Y por supuesto que tendrán razón.
El problema es que estamos cayendo una vez más en la trampa del lenguaje.
No se puede (o por lo menos no tendrá un 100% de efectividad) utilizar un medio de origen racional para transportar información de un índole álmico o emocional.

Es como un pentagrama. La música parece que está ahí representada completamente. Pero no, falta algo que es "inescribible".
De la misma forma "No desear", en el sentido en el que el Buda lo entendió es inescribible. Es aceptar, es nadar en el océano calmo del presente. Es entender que carecemos absolutamente de importancia, y que a la vez somos el punto de vista que le da sentido a la creación toda.

Y esto me hace entender fatalmente que algunos hombres sabios entendieron la limitación del lenguaje hace mucho. Y transformaron las palabras en imágenes, y las frases en viajes y describieron emociones inescribibles haciendo una hermosa trampa lingüística. Usaron la sonoridad y la musicalidad, combinadas con las acepciones y nociones propias de las palabras dentro de un contexto. Rompieron la lógica (y tal vez crearon otra) y así nació la poesía.

Espero me sepan disculpar esta torpeza, pero se me antoja declarar que los poetas han sido los primero hackers de la historia, encontrando la puerta trasera a un sistema para usarlo a su antojo, mientras los usuarios normales poco sospechan que tras cada décima leída su alma ya no es la misma que antes.

miércoles, diciembre 16, 2015

De verdad estamos enteros


Muchas veces aparecen algunos textos que denuncian "Nos han hecho creer que estamos incompletos, que nos falta una mitad".
Hoy me desperté con una certeza: no nos lo han hecho creer, lo hemos querido creer nosotros solitos.

Parece que todas las cosas lindas son de a dos. ¿O será que necesitamos público?
Lo digo sin mala intención, no es una acusación, es una expresión de lo que me parece que, en algún modo, hacemos todos en forma natural.
Sin ir más lejos, esto mismo que escribo y hago público, en algún punto lo hago por ese mismo motivo.

¿Por qué una red social como Facebook tiene tanto éxito? Si es que medimos el éxito por la cantidad de personas que la usan y la consumen.
Porque queremos que otro vea lo que vivo (hago/pienso/digo). Es todo.
Dentro de ese mismo mecanismo, deseamos ver lo que hace un otro, como forma de retroalimentar el sistema.
Les pregunto: ¿a cuántos de ustedes les pasa de no poder dejar de ver lo que hacen los demás en las redes sociales? Y después ¿cuántos tiene la sensación de haber perdido tiempo?
Creo que es la lucha de nuestro ego con nuestra alma. Retroalimentar el sistema egóico, en contra de experimentar realmente la vida.

De ahí llego a una humilde conclusión.
Deseamos con toda nuestra fuerza "validar" las experiencias que tenemos. Nuestra mente necesita que haya alguien mirándonos mientras disfrutamos.
No le alcanza con vivir la experiencia, ya que su forma estructural es la del observador de un proceso. Si no hay alguien observando, la experiencia "no sirve".
Ojo, no culpemos al probrecito seso: si la mente no estuviera dividida no serviría para nada, necesita múltiples visiones para desarmar los problemas y explorarlos desde diferentes puntos de vista. O sea que es parte de esencia.

No es lo mismo con el alma, que es una, no solo dentro nuestro sino con todo alrededor.
En el momento en que podemos experimentar la vida desde la presencia del cuerpo/alma, ya no necesitamos una validación externa.
Ni pareja, ni amigos, ni familia que le dé sentido a lo que hago/pienso/digo.

Obviamente como animales sociales, vamos a estar en manada y eso nos conviene por un montón de razones que por un lado escapan al alcance de esto que escribo, y por otro, tengo la delicadeza de desconocer por ahora.
Entonces, esta reflexión no intenta decir "estemos solos", sino "primero estemos con nosotros mismos", después de eso disfrutar de todas las cardinalidades posibles que ofrece la compañía y el compartir.

La sensación de incompletitud, de que si no comparto una experiencia la experiencia no sirve, viene del dominio de la mente sobre nuestra vida, como único centro de conocimiento y verdad.

Piensen en emociones fuertes, en el segundo preciso en que una alegría los invade. Por ejemplo, en el preciso momento en que una montaña rusa arranca su recorrido a toda velocidad. ¿Es importante (en ese exacto segundo!) si al lado hay alguien conocido o no?.
La respuesta natural será "Si, claro, compartirlo es hermoso para después conversarlo".
Pero pregunto de nuevo: en el mismísimo segundo que está ocurriendo... ¿de verdad siento el hecho de compartirlo? ¿o me atraviesa como una tromba emocional sin posibilidad de análisis alguno?.

Lo que ocurre es que en el momento posterior, la mente que divide y estudia, quiere comparar experiencias. Entender lo que pasó y de paso, alimentar el ego que se reconoce cuando es reconocido.

Si comenzamos a vivir desde el yo, sin esperar una validación posterior.
Si las experiencias nos las cargamos en el alma y las vivimos desde adentro en el preciso momento en que están pasando.
Si entendemos que estamos en el presente, y que ya podremos contar (o no!) la maravillosa vida que estamos transitando.

Si apuntamos para ese lado, me parece que nos anotaremos algún poroto en esta lotería de la felicidad a la que estamos jugando.

Yo creo que si logramos incorporar de a poco conceptos como estos, dejaremos de estar internamente divididos.
Usando la mente para lo que sirve, al igual que el cuerpo y el alma.

Si dejamos de querer creernos que nos falta un pedazo, en ese mismo momento empezamos a estar acompañados por lo mas grande que existe. Nosotros mismos.


Joao
Abrazado a si mismo :-)

lunes, diciembre 14, 2015

El significado del juego.

No soy un gran conocedor de fútbol. No, eso es tratarme demasiado bien: soy un ignorante absoluto hasta de sus detalles menos sutiles.
En algún punto me siento un poco indigno, las mentes que más admiro se desviven por ese deporte.
Saben comunicar una cierta magia que sobrepasa las meras jugadas fabulosas y los goles épicos.

Supongo que cada uno adivina el universo donde mejor se mueve.
De todas formas este escrito no trata de otras personas hablando de fútbol.
Sino de lo que pude observar de cierta lógica en lo que corresponde a la motivación en los juegos.

Y el fútbol, como representación de los juegos, me da una herramienta bastante útil.
¿Qué es lo que motiva a un ser a jugar?

Una reflexión más que apresurada nos podría decir que tiene que ver con la sensación o necesidad de ganar.
Y creo que desde ahí es de donde quiero tomar el hilo de esta humildísima nota.

Yo supongo que toda persona que juega a algo tiene en algún punto, un anhelo básico por la victoria (descartemos simulacros de juegos entre padres e hijos pequeños, que tienen otra motivación).

Lo interesante es que si llegamos a asegurar la victoria (o el fracaso) en forma inequívoca a cualquier participante de cualquier tipo de juego, estoy absolutamente seguro que en muy poco tiempo perderá toda motivación.

Volviendo al tema inicial, supongamos un partido de fútbol, para el cual puede haber dos premisas:

- Uno de los arcos tiene construida una pared de ladrillos frente a uno de sus arcos.
- Uno de los equipos arranca con 100 goles a favor en el marcador.

En cualquiera de los dos casos, el juego carece absolutamente de sentido.
Chilenas espectaculares, sombreros sublimes y gambetas magistrales no podrán motivar al más pintado de los hinchas, ya que el resultado está pautado de antemano.


Los jugadores no queremos tener asegurada la victoria, ni mucho menos prefijado el fracaso.
Para jugar el juego grande, debemos saber que existe una posibilidad, en un millón de que el resultado nos pueda ser favorable.
Pero nada más, ganar de antemano también es aburrido.

Juguemos... que la mente se quede en el vestuario y dejemos que el sea el universo el que anote los puntos en el marcador.

Juan
Acomodando las canilleras

Jugar. Quiero jugar maestro... Hagamos un chinchón.

martes, noviembre 24, 2015

Quiero

Quiero llorar a gritos.
Quiero reir toda la eternidad.
Quiero ver la foto que está en la tapa de la caja que contiene el rompercabezas universal en el que estamos. Aunque sea solo un momento.

Quiero entender que no voy a entender. Nunca.
Quier saber lo que me toca saber.
Entender mi raíz.
Quiero sumergirme en la realidad, tanto que atraviese los miedos, los conceptos, las ideas, la materia. La verdad.

La verdad está todos los días con nosotros. Lista a ser usada y disfrutada.
Todo lo demás es complejidad, unidad elemental del soporte de la vida.
Ver por encima del hombro del plan divino, de a chispasos es lo que nos toca.

Entender que estamos en la ilusión. que somos la ilusión.
Que nunca nada nos puede pertenecer, porque somos la interrelación de circunvoluciones energéticas.
Una onda en el tiempo. Un suspiro.

La complejidad nos da vida y sustento. Es el precio de respirar átomos, es la bendición de sentir el tiempo.
La dicha de sabernos experimentadores del mundo, la llave de la inmortalidad fugaz: experimentar el mundo.
Para nosotros, o para Dios en nosotros. Que es exactamente lo mismo.

Quiero dejar de querer, y a la vez lo quiero todo.
Llenar mi experiencia de experiencias, infinitas, vulgares, ridículas, majestuosas, simples. Únicas.
Quiero, deseo, me desangro por una sola cosa: tener el coraje vivir lo que me toca.

Juan Pablo
Perdido y encontrado

sábado, octubre 31, 2015

No necesitamos nada.

Recorremos la espiral, una y otra vez.
Y cada vez es una nueva bendición.

Cuando era muy chiquito era fanático de los cuchillos, me encantaban y me gustaba coleccionarlos.
Llegué a "forjar" mi propio cuchillo de aluminio, con mango de madera y cuero con funda cocida a mano.
Siempre estaba en busca de uno más. Y cuanto más extraño mejor.
Tenía cuchillos para arrojar, estilográficas que escondían una daga en su interior, navajas y réplicas de cuchillos famosos.

Mi ritual era pararme frente a la armería más conocida de la ciudad y mirar durante horas la vidriera, elijiendo.
Cada vez que aparecía algo nuevo, me quedaba adorando sus líneas, sus detalles.
Y lo tenía que tener. Estaba destinado a empuñarlo.

Comenzaba así una recorrido de ahorros hasta poder juntar los suficiente para entrar triunfal y comprar el cacharro de turno.

Pero algo comenzó a llamarme la atención: el tiempo de ansias y ahorros era eterno. Y el placer de la obtención era realmente efímero.
Casi que lo obtenido desaparecía después de un par de horas de contemplación y sueños de aventuras.

Y un día tuve un insigth, por llamarlo de alguna manera canchera.

Estaba en mi chequeo periódico de la vidriera de la armería cuando descubrí algún artículo que, a modo de licencia literaria, mentiré que recuerdo claramente como un nuevo modelo de Victorinox.
Una vez más sentí la opresión del deseo en el pecho, de tener que tener algo.
Y mientras estaba atravesando el sentimiento, casi como un rayo de luz, un pensamiento surgió en mi cabecita: "Si hace 10 segundos no sabías de la existencia del chisme este... ¿cómo es que ahora sentís que lo necesitás para vivir?"

A partir de ese día, mi niñez fue mucho más libre.

Muchos años después, mientras escribo esto que escribo, entiendo que mi mente volvió a engañarme contándome que hay cosas que necesito para vivir.
El niño no solo curó su niñez, sino que ahora viajó en el tiempo para darme casi 30 años depués la misma llave de la felicidad.

El Maestro está atento.
Solo debemos tender la mano, la esencia, el alma.


Juan
Lo único real es lo que creemos.

sábado, marzo 29, 2014

Vaciando para volver a llenar.

Humildad.
¿Qué palabra, no?
Qué de universos que abarca.
Es muy interesante (y muy hermoso) ver uno de los hilos del tejido que estamos viviendo.
Aceptar lo que somos, todo nuestro pasado.Que cada componente de nuestra familia-universo esté situado en su lugar, que reciba su justo trato.
Desde arriba de una tarima, mirando todo como si uno fuera especial, se pierde de la magia de la entrega.
Alabarse por tener compasión de seres que no tienen el conocimiento, que no entienden, es ser el más ignorante de todos.
Y un día se abren los ojos, merced al amor y al esfuerzo de muchas generaciones internas.
Y entra una luz cálida, que nos baña a todos por igual.
Que nos dice hermosamente al oído: si no aceptás a cada uno de los que fuiste, si no le agradecés y valorás a cada una de la piezas-personas que con amor, esfuerzo, sufrimiento, entusiasmo e ilusión te permiten vivir este segundo, no estás siendo humilde.
Y si no estás siendo humilde, no estás viviendo el milagro que te toca vivir.

Humildad.
Que maravillosa palabra.


Joao

miércoles, diciembre 11, 2013

Detrás de mis pasos

Ya lo ví.
Hace un tiempo que hay un tipo que nos busca. Como si fuera un juego.
Nos deja pistas y se va.
A veces llega a pisarnos los talones, a coquetear con la cercanía. Sabe que el tumulto lo camufla.
Otras veces se hace el que no nos busca nada, que nadie hay tras nuestros pasos. Que estamos solos.

Es un mago (que palabra chota). Pero sí, es un mago.
Uno que sabe más de nosotros que lo que nosotros pensamos.

Nos deja notas, acomoda libros en nuestra mesa de luz.
Nos empuja y nos detiene. Justo en el momento en el que lo tiene (tenemos) que hacer.

No llega tarde ni temprano.

Y sabe que el día que volteemos para verlo, pero sin esperar a ser más astutos que él, sino sabiendo que está ahí, se va a quedar parado mirándonos.
Fijamente.
A los ojos.

Y las dos voces sonarán al unísono:
¿Empezamos?


viernes, septiembre 13, 2013

El placer

El motivo más puro y válido que podemos tener para hacer cualquier cosa es algo que escapaba a mi comprensión.
Siempre usando la mente lógica para satisfacer necesidades propias o ajenas, se me paso por alto durante mucho tiempo (una vida nomás) que es el mismísimo placer el motor, la brújula y la vela de una vida plena y feliz.
Juzgado y bastardeado por ser supuesto impulsor de malos vicios, lo vengo a descubrir como el mensaje más claro que envía Dios para cumplir con la misión que tan claramente comprendí: "Experimentá el mundo por mí".

Gracias otra vez.
Joao
Nunca pares de aprender. Nunca dejes de tratar.

martes, agosto 13, 2013

¿Cómo?

¿Cómo explicar la maravilla de Universo?
¿Cómo intentar desmenuzar los hilos que tejen la trama de las mil vidas que nos atraviesan?
¿Cómo ver más allá de los hechos para entender que cada segundo, cada acción, cada pelea, cada encuentro no son más que gigantescos (o ínfimos) engranajes de una maquinaria celeste infinita?

Sin comienzo, sin fin, lleno de magia.

¿Cómo no usar la palabra amor?
¿Cómo no intentar ejercerlo, en su estado más puro?
¿Cómo no tratar meterse en ese concepto, esa idea, esa sensación, ese sentimiento tan vapuleado, tan incomprendido?

Estamos aquí para experimentar.
Somos el experimento y el experimentador a la vez.
No hay límite, no existe el arriba y el abajo, es todo lo mismo: una experiencia experimentando.
Nuestra importancia carece de importancia.
En el momento que nos entreguemos a la vida con no mucho más que una sonrisa y mucha confianza vamos a ver qué hay más allá de nuestro ego. Ego que se encarga todos los días de disfrazarse de abismo insondable y de montaña infranqueable, contándonos que somos importantes o que no valemos nada (es lo mismo).

La verdad es que somos como moho que crece en la raíz antiquísima de un árbol. Somos un milagro de la vida: miles de factores complejísimos se combinan para que a cada segundo podamos respirar.
Pero es fundamental entender que ninguno de esos factores dependen de nosotros. Ni siquiera podemos elegir dejar de respirar.
Tenemos un regalo único, maravilloso, tan eterno como cada segundo que pasa.

¿Cómo no ser amor?

Joao

martes, julio 02, 2013

Palabras de otro viajero

Me disponía a una inspiración rápida, justo antes de que el reloj dé las doce y me convierta una vez más en calabaza.
Medía, mientras apuraba los mates, si el tiempo sería suficiente. Suficiente para hacer algo inteligible, y suficiente para no llegar tan tarde.

Manos dispuestas, corazón en reposo.

Y de pronto la inspiración llegó. Con mucha más forma de lo que alguna vez podría llegar a imaginar.
Con forma de papel escrito. Con tinta, con pasión, con búsqueda y con amor.

Palabras de otro viajero:

Hasta sentir los sinónimos que son Viajar y Vivir, Jugar, Transitar.
Hasta ser Entero que ande sin miedo, sin reloj y con todo el Tiempo.
Hasta habitar el cuerpo y profesar sea cantar y bailar.
Que si tengo Aire, en viento o como Aire aliento, ya nada más necesite.
Que si corre el Agua como sangre o lágrima, que si soporto el peso de la levedad, que sea la alegría el movimiento Vida.
Hasta que sea nada mía, Ella, la Vida.
Hasta ser vida por ella poseída, hasta que baile cada paso su danza y cada sonido cante su mantra.
Que sea Voluntad ahora el verdadero Descanso.


Me gustaría haber escrito esto.
Creo que en algún tiempo lo hice.

Joao.

miércoles, junio 26, 2013

Basta de entender, ahora toca comprender.

A veces no sabemos donde estamos.
A veces nos perdemos en una niebla espesa  que cubre la cabeza, el corazón, las intenciones, los días y las noches.

Por ahí es interesante saber que en esos momentos es posible que nos estemos dirigiendo directamente al mejor lugar posible.
Como un barco perdido en un banco de niebla que, confiando en su buena estrella, llega impredeciblemente a buen puerto.
No entender una realidad tan compleja es parte de lo interesante es que estar vivo en el presente.
No hace falta entender todo. a vece es hasta mejor esta un poco perdido. Conocer cabalmente lo indispensable: saber que el sol nos da abrigo, que el pan calma el hambre y con agua la sed se aplaca.
Que las personas que están cerca nos sirven siempre de guías, a veces como ejemplo, a veces como contra ejemplo. Y tal vez no mucho más..

No hace falta entender todo para saber que estamos bien cuidados. Que el plan que nos rodea esta infinitamente tramado para la evolución de cada alma.
El paso que hace falta dar en estos momento de desconcierto, es un paso de confianza. Confianza en que la red está, o mejor: en que la red no hace falta, tenemos alas y funcionan de mil maravillas.
Si tratamos de comprender el infinito fractal que es la realidad en alguno de sus planos (atravesado a su vez por mil planos más) nos vamos a volver fríos, vamos a terminar frustrados en el no entender.
Nuestra mente no fue hecha para entender la realidad, sino para disfrutarla. Para sacar un provecho mecánico. Para alimentar el cuerpo, para vestirlo, para llegar lejos, para andar, para defendernos del entorno y a la vez aprovecharlo.
Gastar muchos años tratando de descifrar la filosofía abstracta de la cosas (y solo eso) es una pérdida de tiempo. Cada pensamiento abstracto de nuestra mente debe reflejarse en una acción en el exterior, sea cual fuere el cuerpo que deba afectar

Estudiar este mar de conceptos, de energías entrecruzadas es fascinante. Podríamos decir que asomarse a semejante obra maestra (La Obra Maestra) no solo es necesario, sino casi obligatorio. Pero no es de esta maravilla de la que tenemos que ser críticos de arte.
No caigamos en la trampa de suponer que podemos entender y corregir a los genios.

La vida es infinitamente compleja, cada arista, cada situación tiene miles de interpretaciones, todas válidas.
Hemos de tomar una, la que mejor nos parezca, rápidamente. Quemarnos en ese instante, y seguir libres hacia la próxima experiencia.
Hacernos uno con esa realidad inabarcable, y nutrir y ser nutridos a la vez.

martes, junio 25, 2013

Del juego y sus juegos.

Estamos sobre esta Tierra para jugar el juego grande.
Mente y corazón se disputan el primer lugar todos los días. Los racionalistas no pueden dejar de juzgar a los sentimientos una pérdida de tiempo. Algún emocionado de turno escupe fuego sobre la razón imparcial de los hombres grises.
Las fuerzas se oponen, el holismo contra el razonamiento agudo y eficaz.
Como todo par de opuestos, habitan un único lugar. Diametralmente opuestos pero tan alineados que indiscutiblemente el mismo oxigeno que compone el agua de los sentimientos es exactamente igual al del aire, reino indiscutido de lo mental.
Y por supuesto como cada vez que hay fuerzas opuestas, hay un orden superior que, tranquilito, descalzo y con un vaso de jugo en la mano, observa a dichas fuerzas disputarse a muerte en un campo de batalla virtual.
¿Cuál es este orden?
¿Qué entidad o concepto supremo se yergue altivo sobre corrientes tan poderosas como el pensamiento y el sentimiento?
Pues nadie más que el juego.
El juego infinito, alentador en el que estamos inmersos. El que nos implora que experimentemos todos los días.
Que nos juguemos de jugando la cabeza. Que nos abracemos, que nos corramos por el bosque, que nos ensuciemos en el barro, muertos de risa.
Usando mente, corazón, las dos cosas o ninguna, como nos parezca en el momento... pero que no nos perdamos el aliento cálido del amor.
El amor que se experimenta cuando nos arriesgamos a hacer, decir, sentir y pensar lo que de creemos.

Pero ojo, que tampoco es tan grave. Sino no se llamaría juego.
Cuando somos mas chicos y tenemos muy en claro como es que se vive, y armamos historias, solos o con amigos... al final del día, cuando nos llaman a tomar la leche, los muertos se levantan, los luchadores se abrazan y las disputas desaparecen con una sonrisa.
Experimentar es eso: dentro del marco ser lo que nos toca. Y dejarnos ejercer a nosotros mismos. Dar rienda suelta a lo que internamente somos sin vergüenza, sin pudor... si al final todo es ilusión.
Con la corbata floja y un zigzagueante andar de puro cansado por jugar mancha venenosa, dejemos entrar el aire fresco para arrancar otro día.
Con el amanecer bañémonos de reglas de juguete que, llegado el caso se podrán romper.
Usemos las herramientas que a la mano tengamos, y peleemos un buen lugar para después bajarse del podio con una carcajada.

Que el juego grande sea lo único que tomemos en serio. Y que lo tratemos con respeto y amor, para no tener miedo de llegar a grandes.

martes, febrero 26, 2013

Gracias varias

Esto no es mio, de hecho lo saque de acá:

Sobre el Zen

Pero está tan bueno que lo quería compartir. Espero que lo disfruten.


Este no-ego de carácter cósmico es lo mismo que los chinos llaman Tao, o lo que los cristianos llaman el Espíritu que reside en el interior, con el cual hemos de colaborar, y mediante el cual debemos paso a paso dejarnos inspirar, mostrándonos dóciles a la Mismidad en un acto de inquebrantable abandono personal al Orden de las Cosas, a todo lo que acontece salvo al Pecado, que es simplemente la manifestación del ego y que, por tanto, ha de ser rechazado y denegado. El Tao, o no-ego, o la divina inmanencia se manifiesta a sí misma a todos los niveles, desde el material al espiritual. Privados de esa inteligencia fisiológica que rige las funciones vegetativas del cuerpo, a través de cuya intervención la conciencia se traduce en acto, y carentes de la ayuda de lo que podría denominarse gracia animal, no podríamos vivir de ninguna manera. Además, es simple cuestión de experiencia que cuanto más interfiera la conciencia superficial del ego con el funcionamiento de la gracia animal, más enfermos estaremos y peor realizaremos todos los actos que requieren un grado más elevado de coordinación psicofísica. Las emociones, en conexión con el anhelo y la aversión, trastocan el funcionamiento normal de los órganos y conducen, a la larga, a la enfermedad. Las emociones similares y la tensión que brota del deseo del éxito nos impide alcanzar el grado más alto de competencia no sólo en las actividades complejas, como la danza, la ejecución de una melodía musical, los juegos o cualquier otra clase de actividad para la que se requiera una destreza considerable, sino también en otras actividades psicofísicas naturales, como ver y oír. Empíricamente, se ha descubierto que el funcionamiento defectuoso de los órganos corporales se puede corregir, y que la competencia en los actos que requieren considerable destreza aumentan mediante la inhibición de la tensión y las emociones negativas. Si la mente consciente aprendiera a inhibir su propia actividad autocontemplativa, si pudiera ser persuadida para renunciar a su esfuerzo en pos del éxito, el no-ego cósmico, el Tao que es inmanente a todos nosotros, puede con toda confianza encargarse de realizar lo que es preciso realizar de modo rayano en la infalibilidad. En el plano de la política y la economía, las organizaciones más satisfactorias son aquellas que se han logrado mediante una "planificación para lo planificado". De forma análoga, en un plano psicofísico, la salud y el máximo de competencia se adquiere mediante el uso de la mente consciente para planificar la colaboración y su subordinación al Orden de las Cosas inmanente que se halla más allá del espectro de nuestra planificación personal, así como con aquellos funcionamientos en los que nuestro pequeño, ajetreado ego, sólo puede interferir.

La gracia animal precede a la conciencia de uno mismo, y es algo que el hombre comparte con el resto de los seres vivos. La gracia espiritual se halla más allá de la propia conciencia, y sólo los seres racionales son capaces de cooperar con ella. La conciencia propia es el medio indispensable para acceder a la iluminación; al mismo tiempo, es el mayor de los obstáculos que se interponen en el camino, no sólo de la gracia espiritual que genera la iluminación, sino también de la gracia animal, sin la cual nuestro cuerpo no podría funcionar con eficacia, ni tampoco retener la vida que le es dada. El Orden de las Cosas es tal que nadie consigue nada gratuitamente: todo progreso tiene un precio que es preciso pagar. Precisamente porque ha avanzado más allá del plano animal, hasta el punto en el que, por medio de la conciencia propia, puede alcanzar la iluminación, el hombre también es capaz, mediante esa misma conciencia de sí mismo, de acceder a la degeneración física y a la perdición espiritual.

No está recontra bueno?